Lo había adelantado Raymond Kurzweil, uno de los inventores más importantes y el mejor predictor de futuro en el mundo:“las cosas no sucederán al ritmo que hemos conocido hasta ahora, todo irá cada vez más rápido». Las TIC han provocado un punto de inflexión y la velocidad de los adelantos ya no tiene un ritmo lineal sino exponencial. Por poner un solo ejemplo, en los campos de la medicina y la biología los avances serán mil veces más potentes en 10 años y un millón de veces más potentes en 20 años. Es sólo un ejemplo de la enorme influencia positiva del desarrollo tecnológico de la información y la comunicación en nuestras vidas.

La transmisión del conocimiento viaja casi a la velocidad de la luz. Incluso en nuestra vida cotidiana. Sin movernos del sitio, nos es posible dar la vuelta al mundo, conocer los últimos episodios de cualquier noticia, recorrer las tiendas de Londres o tener acceso a acontecimientos del mundo de la música y el espectáculo hasta hace poco guardados bajo llave y secreto. Y no solo eso, sino que en lo que dura un chasquido de dedos, podemos compartir cualquier información  con cuantas personas deseemos, a la vez y con todo lujo de detalles en imagen y sonido. Nuestro pequeño mundo y el mundo entero, detrás de una minipantalla. Todo un prodigio de la tecnología, bueno por sí mismo, pero capaz de secuestrar miradas y hacer saltar por los aires el tan prodigado “aquí y ahora” por los gurús de la vida saludable.

De hecho, ell “aquí y ahora” se ha pasado de revoluciones a velocidades galácticas y el peligro digital más habitual  es un uso abusivo que nos aísle del mundo real. No vaya a ser que entre emoticono y emoticono nos perdamos un beso de verdad , el calor de un abrazo real, o la mirada del amigo. No en vano, algunos de los últimos estudios sobre uso patológico de las nuevas tecnologías revelan que el 21% de los jóvenes están en riesgo de sufrir adicción a las TIC. Pasar el día sin compañía, en soledad ante el ordenador, descuidar los estudios o los amigos y/o la familia son síntomas que deben hacer saltar las alarmas.

Médicos, Psicólogos y educadores reconocen una realidad que hace necesaria la prevención. Por eso, ACLAD ha puesto en marcha talleres para prevenir la adicción digital que están dirigidos a padres y chicos y chicas de entre 11 y 18 años. Desde hace una semana, estos talleres se llevan a todos los barrios  y se desarrollan, gracias al apoyo del Ayuntamiento de A Coruña, en los centros cívicos de Monte Alto, Ciudad Vieja, San Diego, Eirís, Monelos, Novo Mesoiro y Elviña.

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